miércoles, 20 de agosto de 2008

Crónicas Intemporales: La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?


La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?


Ese día Yara salio de su casa y camino como todos los días en dirección a la avenida para tomar un taxi que la llevaría a su trabajo.

Ya no se inmutaba de algunas miradas curiosas que al verla pasar cuchicheaban a sus espaldas, a fuerza de su trato amable se había ganado la amistad y el respeto de muchos de sus vecinos. Y la prueba más clara, su vecina “Doña Lupe” le había pedido ser madrina de su hija en sus quince años.

Aquella ocasión la fiesta se realizo en el patio de la Unidad Habitacional en la que viven y como buena madrina fue a la Iglesia –esa iglesia de la que se siente rechazada y juzgada-, luciendo un hermoso vestido. Que felicidad la suya cuando al momento del vals, por el sonido anuncian: “Que pase su madrina, la Señorita Yara”, seguida de la ovación, aplausos y también chiflidos de los invitados a la fiesta, se dirige al centro de la pista para bailar por unos momentos con su ahijada. Ahí sabía que estaba haciéndose de una nueva familia.

Y es que desde un principio fue bien recibida por la familia de su nueva ahijada, Doña Lupe con orgullo explicaba los motivos por los que había decidido hacer su comadre a Yara: es una muchacha trabajadora, honesta y responsable, que mejor ejemplo para mi hija, a mí lo demás no me importa.

Yara había llegado a esta unidad habitacional recién este año, gracias a un acuerdo con un familiar, le habían vendido ese departamento y lo pagaría poco a poco. Así que con esa ilusión de ya no estar rentando de aquí a allá se esforzaba en su trabajo.

Llego a la avenida y espero el paso de un taxi desocupado, estiro el brazo para hacerle la parada y abordarlo:
- Buenos días- Saludó.
- Buenos días, señorita. ¿A dónde la llevo?- Pregunto el taxista.
- Me lleva aquí cerquita, al número 345, váyase derecho sobre la avenida-

El chofer oprimió el taxímetro y arranco sobre la avenida, en unos cuantos minutos ya habían llegado:
- Son quince pesos, señorita- dijo el taxista.
- Aquí tiene, y gracias- dijo Yara, extendiendo su mano con una moneda de $10.00 y una de $5.00
- Que tenga buen día- agrego el chofer, a medida de despedida.
- Igualmente- contestó.

Saco de su bolsa las llaves para abrir la accesoria de la estética en la que trabaja y por unos minutos se quedó paralizada…

Sobre la cortina y la fachada de la estética se leía con grandes letras: “MARICÓN” “PUTO”
Coraje y cierta impotencia, hizo que su vista se nublará y salieran algunas lágrimas. Creía que estas situaciones serian cosa del pasado.

Reacciono de inmediato, como ya otras muchas ocasiones. Se acerco, quito los candados y levanto la cortina, al poco rato llego su primera clienta:
- ¿Que te pasa Yara?, te veo como si hubieras llorado-
Yara suspiro y contesto - nada, solo que no me explico “si la gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?”-



Foto: http://www.flickr.com/photos/23088992@N03/2214638844/






No hay comentarios: