martes, 27 de diciembre de 2011

Soy Juan, el peor de todos

Nací gay, soy travesti, prostituto, adicto y sobre todo, un ser humano que busca la felicidad.
  • Iustraciones: Vanguardia/Federico Jordán

    Fotos: Daniel Becerril
Saltillo, Coahuila. La siguiente es una historia desnuda del Saltillo real. Un relato verídico del submundo. Una narración descarnada que sólo quienes se han atrevido a penetrar los límites de la ciudad y su vida nocturna, conocen. Es el monólogo escalofriante, el testimonio desgarrador de “Juan”, uno de tantos homosexuales travestis, que se han tirado a las calles y caído en las garras afiladas de la prostitución, la droga y el alcohol.

Su escuela fue el Indio, su casa, la Zona Roja. He aquí los pormenores de una vida que vivió desde niño las hieles del desprecio y la miseria humana.

Es el diario de un alma que aun sueña con encontrar lo que algunos llaman... felicidad.

I

“Yo soy de nacencia, pero hay quienes no son, que son de esos jotos machorros, que andan de mañosos, con bigote y todo, para aparentar que son muy hombres en su casa, en su trabajo, pero a la hora de andar en un bar, entre gays, se descocan y se vuelven locas. Se hacen mañosos. Les dan a probar, de que les agarran aquí y allá y comienza a gustarles poco a poco. Eso es ya de grandes, que prueban y les gusta. No creas que soy gay porque me violaron, ya vengo de naturaleza, de nacencia. Yo nací, y me puedes hacer un examen, con más hormonas femeninas y muy pocas masculinas. Cuando mi mamá se dio cuenta de que yo era gay, me llevaron con un loquero, me llevaron a terapias, que a lo mejor yo podía componerme. Incluso cuando iba a nacer a mi mamá le dijeron que yo iba a ser mujer porque mi pene no se miraba en el eco, y salí hombre. Mi mamá pensaba que era una desviación mía, que no sabía lo que quería a mis 12 años.



Ella no quería eso, no quería a un gay en su casa. Va con un ginecólogo y le dijo el doctor ‘es que él no es de que usted lo quiera componer, él ya nació así’. Yo le dije a mi mamá: ‘yo quiero ser así, yo voy a ser así, hasta la muerte’.

I I

Fui un niño normal, yo nunca fui de los gays amanerados ni que demostraban su homosexualidad, nunca jugaba con muñecas, nunca andaba que poniéndome falditas ni pintándome ni de curioso. Fui un niño normal, hasta el día que decidí vestirme de mujer día y noche. Mi preferencia sexual fue muy curiosa porque desde que estaba en la escuela mi atracción fue siempre por los hombres, no por las mujeres. Desde mis seis años, fíjate, sentía atracción por mis maestros, por mis compañeros, pero por una mujer… jamás, una maestra, ¡no! Me preguntaba yo: ‘¿por qué tengo atracción hacia los hombres?’, no distinguía qué era ese sentimiento, decía: ‘no es normal’.

I I I

Mi familia me trajo para acá de Piedras Negras a los 10 años. Yo no tengo papá, bueno tenía sí, murió de un ataque al corazón. En ese entonces Piedras era una ciudad muy pobre y nosotros, mi mamá, mis otros hermanos y yo, ya no teníamos nada que hacer allá. Acá estaba una hermana casada. Mi hermana nos brindó el apoyo: ‘vénganse a la ciudad, podemos trabajar, mi esposo tiene una taquería, aquí pueden empezar y no ha de faltar’, como todo, donde comen dos, comen tres. Comencé a estudiar, ella me dio la secundaria. Yo miraba cómo mi hermana se esmeraba para darme el estudio. Vengo de familia pobre.

IV

Un día que andaba en la calle conocí a un homosexual que le llamaban “La Chiquis”. Vivía en la cuadra de mi casa y comencé a hablarle, a platicar, no que si ‘¿tú eres gay?’, no pos que ‘sí’ y me dice ‘¿te gustaría vestirte, salir a conocer el mundo de noche?’. Te platican una vida que no es. Para él era diversión, los hombres, la droga, el tener dinero, vivir de la prostitución. Venía yo de un pueblo chico y decía ´voy a conocer, quiero saber, no quiero que me platiquen’, por eso es que me tiré a la aventura muy chiquillo. Ya para entonces yo tenía 15 años. “La Chiquis”, me dice ‘¿oye no te gustaría trabajar?, mira aquí hay bares’. De repente me comencé a vestir de mujer y hablé con mi mamá, le dije ‘¿sabes qué?, yo quiero esta vida, quiero ser así, esto es lo que he buscado. Me dijo ‘así seas gay, un pandillero, no vas a dejar de ser mi hijo, yo te parí’. “La Chiquis” me llevó a antros, congales, cantinas, todo la vida de noche que yo no conocía. Comencé a prostituirme en esos bares, aprendí otras cosas, empecé a juntarme con personas como yo que me enseñaron a vestirme. Comencé a mis 15 años en el Indio, entonces al Indio se le conocía no por el Indio, sino por sus prostitutas, por sus bares, por las costumbres que se han hecho ahí y toda la gente lo busca. Nos parábamos en un callejón afuera del Bar Dorian, ahí comenzamos a desenvolvernos. De primero era muy difícil para mí, porque yo nunca había llevado esa vida, no sabía cómo eran las calles, no sabía cómo eran los hombres, no sabía a lo que iba.

V

Empieza mi primera experiencia yéndome al hotel Corona, fue mi primera relación sexual, yo no sabía lo que era un condón, lo que era una enfermedad, no sabía nada de eso. Todo lo aprendí en las calles. Un cliente me pagó por mis servicios, pero para mi fue como una violación. Yo me paré en esa calle, ‘¿vas al hotel?’ , ‘sí’ , pero ya hasta que estás ahí ves la realidad y la realidad es tener relaciones sexuales con una persona a la que no deseas, y que te agarra a la fuerza y abusa de ti, cuando tú no quieres. Era un señor alto, trajeado, de muy buen ver, no se miraba humilde, un carro muy bonito. Por lo regular ahí (al Indio), va mucho cliente extranjero de Estados Unidos, canadienses, negros, chinos, japoneses, de todos los clientes, muy buenos, como luego dicen ‘la crema y nata’. Él no pensaba que yo fuera novata o que, yo no sabía de este oficio. Él pensaba que porque estaba parada ahí tenía experiencia. Yo no sabía a lo que iba, para mí era muy bonita la diversión, tomar, pero ya llegar al punto de que te vas a acostar con una persona por primera vez, fue un poco difícil. Yo era un niño, yo pensaba que iban a ser, como luego dicen, besitos y apapachos, pero no sabía lo que era. Yo no quería, la verdad, le dije ‘por qué así, yo no pensé que esto fuera el amor’. Él me dijo que me iba a enseñar y me lo hizo a la fuerza. Traté de defenderme, pero como andaba yo ebrio, como había tomado esa noche, no tenía fuerzas. Yo seguí bebiendo en el hotel, tenía mucho sentimiento, estaba llorando y seguí tomando con él, pero sin hablarle. Acabamos y me regresó al lugar donde me había recogido.

VI

Vino otra noche, otra noche, otros clientes y otros clientes, más prostituirme y meterme hasta el fondo en este ambiente. Llegué a tener hasta ocho o 10 clientes por noche y llegué a sacar hasta 3 mil ó 4 mil pesos. Empecé a probar de todo, drogas, hombres, dinero. El Indio era la fuente de trabajo donde sacaba dinero más rápido, cuando estaba muy aclientado, que los bares daban mucho dinero y mucho de qué hablar. Comencé a vivir la vida fácilmente, como dice la sociedad, que no es así, es muy difícil. Hay veces que no tienes ganas de salir, de prostituirte, de estar con las personas. De tanto aborrecer mi trabajo, llegué a ser feliz.



Yo me sentía sucia, usada por las personas, un objeto que ellos podían comprar, que estaba a la venta a la hora que ellos dijeran. Hasta que lo empecé a aceptar ‘sabes qué, es un trabajo, olvídate. Acuéstate con uno como si nada, con el otro, levántate y acuéstate con el otro, levántate y acuéstate con el otro y olvídate. Lo que te tiene que importar es el dinero’.

VII

Traté con todo tipo de clientes, desde un albañil, un barrendero, hasta un político. De todo, más la gente adinerada, porque es la gente más mediocre, más hipócrita. El que está sentado en un escritorio, que da sermones, que se da aires de pureza, como los que tienen un trabajo ante la sociedad, muy decente y son los que más están con uno en cualquier hotel, en el Marbella, el Plaza, el Camino Real.

VIII

De vez en cuando te agrada una persona, cómo te trata, así como hay hombres buenos, hay hombres malos, así como te tratan bien, te tratan mal, así como hay gente prepotente, hay gente que se porta de lo mejor, que tiene mucha humildad, que no juzga la sexualidad de uno. Hay clientes muy generosos, como clientes muy culos, muy tacaños, que te dan 400 pesos y quieren un servicio muy espléndido y con cariño, que te rías y que les correspondas. Y hay clientes que no te exigen nada de eso y te dan hasta el triple, cuatro o cinco veces más de lo que tú les cobras. Hay clientes especiales a los que les das ya no un trato como clientes, es más de amistad, ya no sales con ellos nada más al hotel, sales a comer, a un parque, a una plaza, a un viaje, a un antro. Vienen a mi casa, los invito a comer, es una convivencia de amistad más que nada, ya no de sexo. Lo mismo he tenido malas experiencias con gente loca, como gente buena que te da un consejo y te ofrece un trabajo. No te usan, tratan de hacerte sentir bien para que no se sienta como un intercambio de dinero por sexo. Son gente más ubicada, educada, te tratan con mucho respeto, cariñosamente y te hacen el sexo hasta con amor. Te hacen sentir bien, una plática, una copa. Pero hay otros que son déspotas, que piensan que porque te pagan un peso pueden abusar de ti, humillarte, tronarte dedos, hacer y deshacer contigo.

He sabido de gente que la han dejado abandonada en la carretera, descalza, desnuda.

IX

Conocí lo que eran los bares, andar en las calles, que te maltrataran, que hicieran y deshicieran contigo, que los policías abusaran de ti, que te explotaran, tanto moral, económicamente y de todas las maneras que se podía, como hasta la fecha. Los policías son muy corruptos, quieren aprovecharse de uno, es tener que darles una cuota para poder trabajar o a veces no quieren cuota, quieren sexo contigo, aunque uno no tenga ganas, te agarran a la fuerza los policías, en las mismas patrullas. A veces es un intercambio entre ‘déjame trabajar y yo te doy las nalgas’. Cuando son redadas, que no pueden pedirte cuota o abusar de ti, te amenazan con el arma que usan, que no deben, como si tú hubieras matado o hecho algo malo. Te suben a la patrulla, te golpean, no hacen una detención, sino una agresión. Cuando llega la redada corres, unos pal oxxo, otros pal baño, pa donde puedas, debajo de un carro, pa donde Dios te dé licencia y van y te sacan de donde Dios te dio licencia. Te suben de los pelos, te estironean, te dan zapes, te cachetean o te pegan en la panza. Te dan golpes donde no se te note, pa cuando llegues con el juez califi cador no te mire golpeado. Llegas a la Municipal para ingresar a las celdas y delante de la trabajadora social te dan tus zapes, te cachetean, te golpean y ‘cállate el hocico, porque si no te damos otra’. Te amenazan que si dices que te golpearon y te maltrataron, te van a volver a montar en la redada y no te van a dejar trabajar.



X

La vida en las calles es muy triste, porque ves prostitutas y homosexuales de muy bajo nivel, de bajos recursos, gente necesitada que tiene que prostituirse por los hijos, por la mamá, por el papá. Los policías no saben si esa persona tiene hijos, una mamá enferma en una silla de ruedas. Por qué la persona se anda prostituyendo. Mujeres dejadas que no tienen un hombre y que por eso andan en las calles, porque tienen hijos a quien mandar a la escuela. Imagínate nomás dejar a sus hijos solitos y ellas detenidas 36 horas, es como para que el corazón se te rompa. Pero en la comandancia nos han dicho que no tenemos derecho a nada, que somos unos míseros putos, que somos basura, excremento, que no valemos nada y ‘te callas el hocico o vas pa adentro’.

XI

Mi hermana no sabía que me prostituía, sabía que era gay, porque fue la única que me apoyó por primera vez. Ella pensaba que yo me iba con mis amigos o que iba a una fi esta y me iba con mis compañeros gays y me vestía y me salía a trabajar. Un día me dijeron en mi casa que cómo era posible que yo cambiara de vida viniéndome para la ciudad, que por qué era así, que ellos no me iban a rechazar, que siempre hablara con la verdad, que si yo quería ser así lo podía ser, no necesitaba andarme escondiendo, ni andarme vistiendo en otro lado.

XII

Después mi mamá nos deja solos, fue cuando yo más me metí a la prostitución. A ella le ofrecieron un trabajo de encargada de comedores en las constructoras. Ella se va y como que uno siente, como yo era el más chico, el que pa todo ahí en un ladito de ella. Resentí y comencé a probar más las drogas. Yo ya había conocido los barrios bajos de Saltillo, andar en colonias con gente mala, que no te da un buen consejo, que te induce a meterte drogas, vicios, alcohol, todo. Me juntaba con mujeres, homosexuales, lesbianas, hombres, clientes. En ese ambiente es lo único que encuentras. Así como era la rutina de prostituirse, era la rutina de andar con malandros, andar en las esquinas, en las casas drogándome, malpasada, toda fl aca, chupada. No me cuidaba cuando tenía relaciones con los hombres. En ese tiempo, me valía todo. Yo buscaba, más que nada, la muerte, buscaba que me pasara algo malo para no seguir. ‘Sola en la vida – dije - ¿para qué vivir?’. Andaba muy descontrolada. Me dolía que mi madre no estuviera con nosotros. Ella venía cada mes a visitarnos una semana. Yo me fui descarando más, las drogas te hacen eso de que ya no tengas sentimientos, que te valga todo, que no te importe nada, te cambian la forma de pensar. Después yo me descaré en la forma de que ya no respetaba mi casa, me empecé a vestir de mujer, a salir de minifalda, vestido, a llegar borracha, a ya no esconderme, a no tener dignidad, me da vergüenza decirlo, pero tienes que pasar por todo eso para poder madurar, para eso son los golpes de la vida.

XIII

Un día encontré al amor de mi vida, mi primera pareja. Empecé a dejar un poco la prostitución, las drogas, pero vuelvo a caer. Él era drogadicto, a él le importaba más la piedra, que estar conmigo. Me empeñaba las cosas, me vendía las cosas, no estaba al cien por ciento conmigo. Había cosas buenas, cosas malas. Entre las cosas buenas, te puedo contar que, en las buenas y en las malas, estaba conmigo. Yo caí al bote miles de veces, hasta tres veces a la semana y él iba y me sacaba, pero yo tenía que salir a trabajar porque él no me daba ni un cinco, tenía apoyo moral, pero no económico. Él vivía con su mamá, era hijo único. Su gente no me quería, a su gente siempre le repugné, nunca me quisieron. Para él querían una mujer, imagínate, hijo único, de familia y para que se enamorara de una persona como yo, que se prostituía. Ellos eran dueños de taxis, yo no encajaba en su ambiente, era muy poca cosa para él. Pero al muchacho nunca le importó, se vino a vivir conmigo.



No entendía su forma de querer y hasta la fecha no la entiendo, porque me quería mucho, me demostraba con hechos muchas cosas buenas, pero en realidad no éramos felices.

XIV

Me vuelvo a prostituir, a agarrar drogas. Como te digo, a él le gustaba mucho la piedra, yo lo veía y recaí, fui débil. Los dos nos poníamos droga, yo venía de prostituirme, la compraba en la calle, llegaba y me drogaba con él, amanecíamos. Me hablaban los clientes, iba y volvía a comprar droga. Fue cuando mi mamá se vino y se recogió con nosotros. Mi hermana le había dicho ‘es que Juan ya no entiende, ya rentó casa, se fue de aquí, ya no le podemos decir nada, no sabemos en dónde anda’. Mi familia no se rolaba en este ambiente. Después yo troné con mi pareja porque un día, cuando nos vinimos a esta casa, él me quiso golpear, ahorcar, fue la última vez que estuve con él. Le dije que ya no quería nada con él, que me dejara en paz, que siguiera su vida, si su vida era drogarse y no iba a cambiar, mejor que me dejara.

XV

Para mí era día y noche la droga, la prostitución, recibía en el día una llamada, sacaba 500, 600 pesos, iba y los compraba de droga. Otra llamada y así, era día y noche. Los mismos clientes se drogaban y yo ‘a ver a qué sabe’ y me daban a probar y me gustaba. Después me empecé a enviciar por mi lado. Era piedra, cristal, mota, chemo, tiner, vino, caguamas. Con eso te olvidas un momento de la vida que llevas, porque te sientes mal de tanto y tanto prostituirte, de tanto que te cogen los pelados, te baja la moral. Hay momentos en que te sientes alegre, a gusto y momentos en que te deprime tanta diversión, como dice el dicho ‘tanta miel empalaga’. Te hartabas de lo mismo, salir a prostituirte. Nomás de pensar que se iba a llegar la noche… y otra vez a lo mismo, prostituirte, drogarte.



XVI

A nivel de sexo probé de todo: mujeres, hombres, homosexuales. Todo lo que te tocaba tratar en la calle, porque en la calle hay de todo. Hay hombres que aparentan ser hombres, pero no, son homosexuales, son personas que tienen que recurrir a un homosexual para tener sus fantasías, cuando no las pueden tener en su hogar. La mayoría son hombres casados, a veces eran tríos con sus esposas. Las esposas, me imagino que eran lesbianas, porque me tomaban como mujer o simplemente ya no llenaban con una relación sexual normal de esposo - mujer, quieren experimentar algo más o fantasear con otro tipo de personas.

XVII

El hombre es… ¡cabrón!, quiere experimentar algo diferente, quiere probar qué se siente estar con otro hombre. Llegan al límite de la curiosidad de probar a un homosexual vestido de mujer, ‘a la mujer ya sé cómo la voy a tratar, pero ¿cómo será tratar a otro hombre?’. Se van haciendo mañosos, mañosos, mañosos, hasta que se hacen gays. A muchos dizque hombres les llegué a hacer el beso negro. Al hombre le encanta, le fascina todo eso. Me ha tocado usar juguetes con mis clientes. He estado en orgías con sus esposas. Hay gente loca que se graba haciendo todo eso. Lo más loco es con los extranjeros que les gusta que te hagas pipi. Te ponen a tomar agua, pagan por eso, no por sexo, ellos ya son más locos. Hay un gringo que es muy conocido en Saltillo y que te ocupa para que lo grabes mientras practica zoofi - lia. Yo los grabo, pero por una cantidad razonable de 400 ó 500 dólares. Esos servicios son los mejor pagados. Son los más cochinos, los más depravados, pero los más… bien pagados, porque son personas que ya no llenan con una mujer, con un homosexual, con una lesbiana, ya quieren algo más avanzado. Todo esto existe en la sociedad de Saltillo.

XVIII

Siendo homosexual he visto cómo es la gente de hipócrita. Me pongo a pensar y les he dicho a los clientes ‘¿por qué estás conmigo, cuando tienes a tu esposa, familia?, ¿por qué, si lo normal es estar un hombre y una mujer?’. Y ellos se quedan como que ‘es que me gustas’ ¿Cómo te va a gustar otro hombre?, dicen ‘es que son inclinaciones, experiencias, algo nuevo, una fantasía, yo no sé’. Hay clientes que te mienten, te dicen que nunca han estado con un gay, cuando ya se metieron como con 20 jotos y se hacen los mustios contigo. No saben reconocer que otro hombre los atrae.



XIX

El homosexual está de moda en Saltillo. La prostitución gay está en todos lados, en cada esquina de Saltillo. Talonean por la Central, en Morelos, en Fundadores, en el Indio, Valdés Sánchez, por Sendero, en la Alameda, en el centro. Ahí se para la gente a ganarse la vida, unos para bien, otros para mal, los que mantienen a su familia, los que se prostituyen por la droga.

XX

Las fiestas eran puro desmadre, sexo, alcohol, diversión, orgías, meterte con varios hombres, llegas y te encierras con dos, tres, cuatro o pueden ser mujeres, lesbianas, homosexuales, un mayate, un mañoso, toda una capirotada.

Esas fiestas se revolvían con drogas, alcohol, con cosas más locas, de que ‘grábame’. Era desmadre. Amanecía, anochecía y volvía a amanecer y a anochecer y el mismo desmadre, alcohol, drogas, sexo, baile…

XXI

He ido a muchas fi estas particulares de funcionarios, que supuestamente te tienen checado, por si tú llegas a decir una palabra sobre esas fi estas, te desaparecen del mapa. Te dicen que tienen gente que puede hacerlo sin que ellos se ensucien las manos. Estas fiestas son en residencias de Ramos, de Arteaga. Los políticos simplemente mandan a personas a recoger prostitutas y homosexuales, para que tengan relaciones con ellos. Hay sexo, juguetes, lesbianas, todo. Más que nada droga y alcohol, sexo delante de todos en una sala, en un salón. Te pasas con uno, con otro y con el otro, y no puedes decir que no, porque ya te pagaron y te pagan muy bien.



XXII

Después de andar en las calles conocí la zona roja. Un día “La Chiquis” dijo ‘vamos a un lugar donde puedes bailar, oír música y trabajar’. Para esto yo ya tenía un poco más de experiencia con los hombres. Ya sabía a lo que iba, que si iba con un cliente iba a tener sexo a cambio de unos pesos. Para mí era como un sueño. Imagínate, vivir en un rancho donde no hay diversión, la gente se acuesta a las 8:00 de la noche. Era como andar con juguete nuevo. En aquellos tiempos estaba muy bien la zona, había mucha gente, mucha vigilancia, mucha clientela, mucho homosexual en el bar, cosa que ahorita ya no. Se fue acabando poco a poco, porque fueron poniendo más bares gays acá abajo, cuando antes de bares gays era la zona de tolerancia. Ponen antros, discos, bares de mujeres donde el gay tiene derecho de entrar. A qué vamos a la zona, si acá abajo hay. En la zona había un poco más de diversión, era para mí tener más cerca las drogas, el vicio, los hombres. Yo entraba a la zona de tolerancia a los 16 años, nomás pa que veas. Hay homosexuales que pasan a la zona y duran años sin hacerse análisis ¿Pa qué está el doctor, el interventor? ¿Por qué crees que hay tanto sida, tanta sífi lis, tanta gonorrea? Hay una tárjeta rosa, pero se la dan a quien quiera, ¿y los demás?, pasan de jilo. Hasta yo lo he hecho.

XXIII

A los 18 años empecé a usar hormonas. En el ambiente empiezas a ver, a preguntarle a otros homosexuales, ‘¿por qué tienes chiches, qué te inyectas?’, y uno va aprendiendo de los demás. Me empecé a inyectar la Perlutal, Premarin, Quitamé, para que me crecieran los pechos y hacerme femenina. Se te cae el vello de la cara, te cambian tus facciones, se te desenvuelven las caderas, como ves, las piernas, se forma un cuerpo de mujer. Aparte el tratamiento de las hormonas te encoge el pene, te lo hace más chiquito, ya no tienes erección, ya no funcionas como hombre, funcionas como mujer. De hecho yo nunca he sufrido discriminación en las calles, será porque mi apariencia es muy femenina. Al contrario, como si fuera una muchacha los hombres me gritan ‘!mamacita, guapa, buena!’. Para uno es un halago que un hombre te vea como una mujer.

XXIV

Tiempo después yo caí al Penal porque tenía una tiendita en la colonia Guerrero donde vendía droga. Fue un error en mi vida. Pasó una mañana, yo había amanecido en la zona y nos habíamos venido muchas personas a mi casa. Ya cuando se fueron todos llegaron los federales y se metieron a mi casa, encontraron drogas, dinero, joyas, todas mis pertenencias. Yo me daba una vida de soltero… agarraba mucho dinero, porque trabajaba bastante y tenía todos los lujos que quería. Yo tenía mucha clientela y mucha gente me buscaba, nos juntábamos muchos, nos poníamos a tomar en mi casa. Como entraban y salían clientes, unos vecinos me ponen el dedo y llegan los federales, recogieron la droga, las joyas, el dinero y nunca lo regresaron, le pidieron dinero a mi familia, que si yo salía inocente se lo iban a regresar. Ese tiempo hicieron cambio de federales, ese personal que me había detenido ya no estaba y el dinero se esfumó.



XXV

En el Penal que estuve me violaban los celadores, me tenían como criado, me humillaban, me ponían a hacer talacha. A las 5:00 de la mañana los reos teníamos que limpiar todo el penal, la parte de visitas, celdas, oficinas, para que a las 8:00 que empezaran las visitas estuviera todo limpio y en orden. Esa era la talacha, que nosotros limpiáramos para ellos y hasta les boleábamos los zapatos con la lengua. Me violaban para que entendiera y me amenazaban que si yo le decía a mi familia, ellos me iban a golpear y a meter en una celda de castigo, que iban a decir que yo estaba enfermo y que no podían verme.

XXVI

Yo estaba atemorizado, tenía mucho miedo, la verdad. Yo estuve en Indiciados, nunca me bajaron a la parte federal, que era la que me correspondía, no sé por qué, bueno en realidad sí sé, me protegían.

XXVII

Yo veía cómo era la vida ahí. Ahí no hay quién te defienda, tú solito te la tienes que rascar. Había gente que le daban ataques y los dejaban que convulsionaran, hasta que solos reaccionaban, no les daban ayuda, ‘oye llévalo a la enfermería’, nada, no ‘que se levente el güey, cuando le dé su pinche gana’.

Golpeaban a los reos, los violaban, aunque fueran hombres y todos les tenían mucho miedo a los celadores. Por eso muchos del área de Indiciados se pescaban de las celdas ‘no me bajen, no me bajen, porque me van a violar, me van a golpear ’. A todo el que llegaba le decían los mismos reos, por órdenes de los celadores, ‘aquí te vamos a dar tu bienvenida’. Aunque no estuvieran por violación les daban su bienvenida, si no eran putazos, baño con agua fría o cubetas de excremento y los metían a una celda todos hediondos, los dejaban sin comer, los golpeaban. No había control en ese penal. Yo lo vi, pero tú nomás mirabas y callabas.



XXIX

La comida era un asco, la llevaban en ollas, como si fueran a echarles desperdicios a los marranos. Llegaban como tamaleros, las ollas así grandotas, muy asquerosas, los platos eran las botellas de agua o de coca, hacíamos como podíamos un plato. Nos volvían a servir a veces la cena y en el mismo plato y sucio, no había con qué lavar, en Indiciados no nos daban la facilidad. Nos daban de comer dizque chilaquiles, pero era pura agua colorada con tortillas, como a los marranos. Dizque menudo, cuando no era menudo. Dizque avena, que era una asquerosidad. Dizque guisado, pero eran verduras hasta con cáscara, ni las pelaban, como que lo hacían a la brava.

XXX

Después permiten que tu familia te llevara alimentos. Cuando yo me ponía rebelde no me dejaban pasar la comida. A mí me daban 15 minutos de visita, dos veces a la semana. Entonces yo tenía qué acceder para poder ver a mi familia. Te sacaban a la brava, estaba uno durmiendo en su celda, encerrado y ellos nomás llegaban ‘párate!’. Cuando yo no quería me castigaban y me bañaban con agua helada en tiempo de frío, era noviembre, me acuerdo. Como yo estaba inyectado de hormonas me enfermé mucho. Como no me metía droga sentía ansias. Tenía temperaturas, bascas, me la pasaba tirada en la celda.

XXXI

Cuando me dan la libertad, después de tres meses, no recogí ni garras ni nada, fi rmé y me salí. Salí de ahí solo, no le hablé a mi familia. Llegué a mi casa, me vio mi hermana y me dice ‘qué bueno que saliste hermano’, después de que yo tenía la partida perdida, porque me habían dicho que me iban a dar 15 años de prisión por el delito de venta de drogas. Mi mamá tuvo que vender la casa, los muebles que teníamos en Piedras para pagar el abogado y nos quedamos sin nada. A lo mejor Diosito quería que me encerraran para que yo reaccionara, porque andaba muy mal, ‘pa que te puedas calmar, necesitas estar encerradito’, y así lo tomé.

XXXII

Salí de ahí y en un mes me levanté. Volví a ir a la zona, salí a las calles. Gente que me conocía me ayudó económicamente, con muebles, con lo que podían.

XXXIII

En un table conocí a otro hombre. Él llegó una noche, nos empezamos a tratar, después nos fuimos a vivir juntos y empezó una nueva vida para mí. Él es un hombre estable, que trabaja y me da todo lo que yo necesito. Eso me hizo dejar las drogas, porque ahora sí me sentía completa, tenía el amor de mi madre, lo tenía a él. Ahorita si tuviera un negocio yo dejaba la prostitución al 100 por ciento, no tengo la posibilidad en este momento, porque los días se están poniendo duros. Ya nomás saco para comer, pa subsistir, ya no saco, como antes, pa darme el lujo de garras, de lujos mayores. ¿Por qué crees que ando en las calles?, porque ya en los antros y en los bares no hay clientela, tienes que buscarla en las calles.

XXXIV

Un día hasta me acuchillaron en el Indio, todavía tengo la cicatriz. Fue un cliente homofóbico. Yo estaba recién llegada a esa esquina y no le quise dar un servicio, él andaba drogado y no me gustó la forma en que llegó, muy agresivo. Tenía la vestimenta de malandro, chundo, no sé cómo lo llames tú. Me metió a un baldío que está por el panteón Santo Cristo, me empezó a golpear, a decirme que me iba a morir, que no merecía vivir ni estar en este mundo. Cuando traté de defenderme me encajó un cuchillo en el abdomen. Pasó una patrulla de la Municipal, me dio el auxilio, porque vio que venía sangrando, traía un pantalón blanco que se hizo rojo en ese momento.

Lograron capturarlo, pero ya sabes cómo son las leyes, no hicieron justicia, lo dejaron en libertad, por el simple hecho de que yo era gay. Como a “La Rudy”, que la dejaron en Arteaga, en un baldío, tirado, muerto, violado y nadie supo y hasta la fecha no se ha sabido quién, porque a la policía no le importa que un homosexual muera, a ellos les da igual. Matan a un homosexual, ‘ah, entiérrenlo y ya, digan que lo mataron por andar de culero, por andar prostituyéndose, que por andar de ratero’. Cuando son hijos de políticos ah no, ahí sí hacen un pedo mundial, hasta que no sacan al verdadero culpable.

XXXV

Dice mi mamá ‘¿por qué no te pones a trabajar?´, porque en un trabajo me van a cortar el pelo, a hacer un hombre, voy a tener que desempacar todo lo que traigo como mujer, caderas, chiches, perder todo, y yo no quiero eso. Yo elegí ser así y así me quiero morir”.

No hay comentarios: