domingo, 11 de octubre de 2009

Crónicas Intemporales: La Rubia, la Morena y la Pelirroja






La Rubia, la Morena y la Pelirroja.

Eran las tres de la mañana, las calles de la ciudad lucían vacías, casi podría decirse que sin un alma. Una rubia, una morena y una pelirroja lucían diminutas faldas debajo de un semáforo. Thifany extendía su “sabana” para prepararse un cigarro y con ello hacer más llevadero el intenso frió que azotaba esta noche; a su lado Alice retocaba su maquillaje y Toña se dedicaba a contar las estrellas.

Había sido un mal día pues ningún cliente había llegado, solo unos cuantos mirones –jóvenes que en sus autos, pasaban y que nunca se animaban-. Incluso hoy no llegaron los weros del otro lado de la frontera. A lo lejos vieron las luces de un auto, en automático se acercaron a la acera para ofrecer sus servicios. No competían por los clientes, podría decirse que eran una familia. Aquí en la frontera se conocieron y se hicieron amigas: Thifany, la Rubia era de Tijuana; la Pelirroja, Alice venia de Guanajuato; la Toña desde Veracruz.

El auto avanzaba despacio y de pronto acelero su velocidad; las llantas rechinaron en el asfalto rompiendo el silencio, instintivamente las chicas se echaron a correr para ocultarse –no era la primera ocasión que desconocidos las agredían-. En esta ocasión nada ocurrió, el auto siguió su marcha, se perdió entre las calles de la ciudad fronteriza.

Mentándoles la madre, Toña fue la primera en salir caminar hacia el semáforo. Acelero sus pasos cuando observo sobre el asfalto el cuerpo de una mujer.
-¡Thifany, Alice! ¡Vengan para acá, hay una chica tirada!-
Las dos amigas corrieron ante el grito:
-¡Desgraciados!, ¡pobrecita, se ve muy joven! – dijo Thifany.
¡Se ve muy mal! No la ubico, ¿será de las nuevas? –agrego Alice-
-¡Pendejas! ¡No se queden ahí, marcale a la ambulancia! –gritó desesperada Toña-

Diez largos minutos transcurrieron para que una patrulla llegara, tomara nota y desapareciera –tal pareciera que la vida de una vestida no importara-. Toña susurraba palabras a la chica, tratando de darle ánimos y de tranquilizarla, mientras en el pavimento ya se formaba un charco de sangre. A falta de una ambulancia, Alice le hablo a Luis –un taxista que las trasladaba cuando realizaban servicios en hoteles o bien para llevarlas a su casa-

Tocando el claxon, Luis anunciaba su llegada. Sin mayor preámbulo subieron a la camioneta y se dirigieron a la Cruz Roja. Cargando el cuerpo desfallecido, Toña entro a la sala de emergencias del hospital. Ahí la ingreso y ya no la volvió a ver. Dos horas después les anunciaron que había muerto a causa de múltiples golpes recibidos y de tres puñaladas.
Sus ojos se llenaron de lágrimas…
¿Y el cuerpo? –preguntaron todas-
¿Son ustedes familiares? –Agrego la enfermera-
Con la cabeza indicaron que no.
-Bueno, lo que procede es entregar el cuerpo al ministerio publico que será el encargado de levantar una averiguación previa, así como de boletinar el cuerpo a fin que un familiar lo reclame- comento la enfermera.
-Señorita, pero si ella no es de aquí… ¿Quién reclamara su cuerpo?, ¿Nosotras nos podemos hacer cargo de darle sepultura?- Pregunto Toña.
-Eso no es posible, si transcurren 36 horas y nadie reclama el cuerpo, tendrá que irse a la fosa común.

Ante la contundencia de las razones, abandonaron el hospital. A la salida pasaron por unos atoles y tamales, había sido una noche muy fría. Se dirigieron a su casa, ante la mirada de quienes ya se dirigían a trabajar.

Tres días después un ramo de flores blancas apareció sobre una tumba sin nombre.

Esto no es una fantasía, ocurre en nuestra ciudad, en nuestro país y en otros muchos países. Con mayor frecuencia de lo que pensamos.
Rocio Suárez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que mal.. esas cosas son las peores muestras del comportamiento humano y a la vez de las fallas en los reglamentos..