Crónicas Intemporales: Vestido de Novia.
Se mira en el espejo y checa como luce. A su lado su mamá y sus hermanas sonríen emocionadas. ¡Hasta que por fin su hermano… mas bien su hermana se va a casar!
Alicia luce un hermoso vestido blanco, son las 11 de la mañana y falta una hora para dirigirse a la Iglesia. La casa es un murmullo de ir y venir de tacones, no podían faltar sus amigas que acuden para ayudar al arreglo de la novia. En la sala, su papá platica amenamente con algunas de ellas.
Y es que tras la llegada del Papa Pedro II, una serie de transformaciones iniciaron: la inclusión de las mujeres en la estructura de la iglesia, la expulsión y entrega de sacerdotes pederastas a las autoridades policíacas, la renuncia a las riquezas acumuladas en el Vaticano, y quizás la de mayor importancia, el reconocimiento de la exclusión de amplios sectores de la población.
El Papa ha retomado las palabras de bienaventuranza que Jesús predico… bienvenidos los pobres, los perseguidos, los excluidos, los enfermos… bajo esta lógica pidió disculpas a nombre de la Iglesia Católica a todos los sectores LGBTTT por la exclusión y condenas que habían sufrido en tiempos pasados.
Así que ahora la Iglesia reconoce las uniones matrimoniales y las familias LGBTTT. Esto no fue fácil, pues los sectores más conservadores dentro y fuera de la Iglesia se opusieron.
Alicia toma asiento en un sillón para que le den los últimos retoques a su maquillaje, se coloca una diadema en el cabello, el velo y anuncia:
- Ya estoy lista, ¡Vamonos!
Tras un breve silencio, se inicia de nuevo el murmullo en la casa.
La casa se empieza a vaciar, pues ya todo/as salen para abordar sus autos e iniciar el cortejo que los llevara a la iglesia. Alicia baja acompañada de su mamá y de sus hermanas a la sala en donde su papá se pone de pie y le dice al oído – luces muy bella, estoy orgulloso de ti-
Alicia envuelve en un abrazo a su padre, y su madre interrumpe ese momento –la novia no puede llegar tarde- y entre sonrisas agrega – no se nos vaya a arrepentir-
Salen de la casa y abordan un auto. El día esta despejado, sin nubes de lluvia, no hace demasiado calor y con poco transito.
Cierra los ojos para pensar que esto en otros tiempos parecería una locura, algo mal visto e incluso rechazado. Recuerda aún esas historias que le contaban sobre los problemas que tenían las chicas trans para adecuar sus documentos, la discriminación que tenían para entrar a ciertos lugares, el rechazo en los empleos… no cabe duda que gracias a la lucha de mucho tiempo y de muchas personas, las cosas habían cambiado definitivamente.
Absorta en sus pensamientos, no se dio cuenta que ya habían llegado, hasta que la voz de su papá le dijo –listo, ya estamos aquí-
Se estacionan frente a una modesta iglesia, -así lo habían acordado ella y su pareja-, casarse sin muchos lujos, sin grandes pompas, lo importante no es el lugar, lo importante es el significado de esta unión.
Su papá se acerca para abrir la puerta del auto y ayudarle a bajar, ella sonríe y lo toma del brazo. Entre lazados por el brazo caminan hacia la entrada de la iglesia, ahí amigo/as y familiares de ella y de su pareja ya los esperan.
En el portal ya se encuentra Luisa, la otra novia – quien también luce feliz:
Ella es una chica que conoció desde hace años y que sabía, entendía y apoyaba su travestismo. Ambas habían acordado llegar así al matrimonio, vestidas de novias, como símbolo del enlace de estas almas femeninas.
Tomadas del brazo avanzaron hasta el altar, donde el sacerdote las esperaba. Inicio la celebración y los sentimientos estaban a flor de piel… en la parte culminante el sacerdote pregunto:
- ¿Existe alguien que se oponga a este Santo Matrimonio? Que hable ahora, o callé para siempre
RINNNNGGG, RINNNGGG, RINNNNG… Se escucha un télefono sonar.
Alicia se levanta sobresaltada de la cama, se acerca al teléfono y contesta –Bueno, bueno…
Cuelga y se mira en el espejo
Ahí esta ella,
vestida de novia.
Una voz interrumpe sus pensamientos.
–¿Quién era amor?, ¿Te despertaron?-
Esa voz es la de Luisa.
Nadie, y si…
estaba soñando.
Texto: Rocio Suárez.
Foto: Melissa Guzy
Se mira en el espejo y checa como luce. A su lado su mamá y sus hermanas sonríen emocionadas. ¡Hasta que por fin su hermano… mas bien su hermana se va a casar!
Alicia luce un hermoso vestido blanco, son las 11 de la mañana y falta una hora para dirigirse a la Iglesia. La casa es un murmullo de ir y venir de tacones, no podían faltar sus amigas que acuden para ayudar al arreglo de la novia. En la sala, su papá platica amenamente con algunas de ellas.
Y es que tras la llegada del Papa Pedro II, una serie de transformaciones iniciaron: la inclusión de las mujeres en la estructura de la iglesia, la expulsión y entrega de sacerdotes pederastas a las autoridades policíacas, la renuncia a las riquezas acumuladas en el Vaticano, y quizás la de mayor importancia, el reconocimiento de la exclusión de amplios sectores de la población.
El Papa ha retomado las palabras de bienaventuranza que Jesús predico… bienvenidos los pobres, los perseguidos, los excluidos, los enfermos… bajo esta lógica pidió disculpas a nombre de la Iglesia Católica a todos los sectores LGBTTT por la exclusión y condenas que habían sufrido en tiempos pasados.
Así que ahora la Iglesia reconoce las uniones matrimoniales y las familias LGBTTT. Esto no fue fácil, pues los sectores más conservadores dentro y fuera de la Iglesia se opusieron.
Alicia toma asiento en un sillón para que le den los últimos retoques a su maquillaje, se coloca una diadema en el cabello, el velo y anuncia:
- Ya estoy lista, ¡Vamonos!
Tras un breve silencio, se inicia de nuevo el murmullo en la casa.
La casa se empieza a vaciar, pues ya todo/as salen para abordar sus autos e iniciar el cortejo que los llevara a la iglesia. Alicia baja acompañada de su mamá y de sus hermanas a la sala en donde su papá se pone de pie y le dice al oído – luces muy bella, estoy orgulloso de ti-
Alicia envuelve en un abrazo a su padre, y su madre interrumpe ese momento –la novia no puede llegar tarde- y entre sonrisas agrega – no se nos vaya a arrepentir-
Salen de la casa y abordan un auto. El día esta despejado, sin nubes de lluvia, no hace demasiado calor y con poco transito.
Cierra los ojos para pensar que esto en otros tiempos parecería una locura, algo mal visto e incluso rechazado. Recuerda aún esas historias que le contaban sobre los problemas que tenían las chicas trans para adecuar sus documentos, la discriminación que tenían para entrar a ciertos lugares, el rechazo en los empleos… no cabe duda que gracias a la lucha de mucho tiempo y de muchas personas, las cosas habían cambiado definitivamente.
Absorta en sus pensamientos, no se dio cuenta que ya habían llegado, hasta que la voz de su papá le dijo –listo, ya estamos aquí-
Se estacionan frente a una modesta iglesia, -así lo habían acordado ella y su pareja-, casarse sin muchos lujos, sin grandes pompas, lo importante no es el lugar, lo importante es el significado de esta unión.
Su papá se acerca para abrir la puerta del auto y ayudarle a bajar, ella sonríe y lo toma del brazo. Entre lazados por el brazo caminan hacia la entrada de la iglesia, ahí amigo/as y familiares de ella y de su pareja ya los esperan.
En el portal ya se encuentra Luisa, la otra novia – quien también luce feliz:
Ella es una chica que conoció desde hace años y que sabía, entendía y apoyaba su travestismo. Ambas habían acordado llegar así al matrimonio, vestidas de novias, como símbolo del enlace de estas almas femeninas.
Tomadas del brazo avanzaron hasta el altar, donde el sacerdote las esperaba. Inicio la celebración y los sentimientos estaban a flor de piel… en la parte culminante el sacerdote pregunto:
- ¿Existe alguien que se oponga a este Santo Matrimonio? Que hable ahora, o callé para siempre
RINNNNGGG, RINNNGGG, RINNNNG… Se escucha un télefono sonar.
Alicia se levanta sobresaltada de la cama, se acerca al teléfono y contesta –Bueno, bueno…
Cuelga y se mira en el espejo
Ahí esta ella,
vestida de novia.
Una voz interrumpe sus pensamientos.
–¿Quién era amor?, ¿Te despertaron?-
Esa voz es la de Luisa.
Nadie, y si…
estaba soñando.
Texto: Rocio Suárez.
Foto: Melissa Guzy
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